www.anyespriu.cat
http://lletra.uoc.edu/especials/folch/espriu.htm
Aquest és el bloc dels alumnes de 3r i 4t del nostre institut. Compartirem els llibres llegits, les nostres opinions i recomanacions.
¿Prosa? G. A. Bécquer en: http://www.espacioebook.com/sigloxix/becquer/Becquer_ElBeso.pdf
http://www.espacioebook.com/ebook.aspx?t=D%C3%B3nde%20est%C3%A1%20mi%20cabeza
Lectura d'un relat de La bicicleta estàtica per Sergi Pàmies
Un conte molt interessant d'en F. Serés (traduit al castellà): Low cost love, low cost life
Meg Cabot, Código Cassandra y El chico de al lado
Una novela histórica: Simon Scarrow, El gladiador
Los juegos del hambre 3, Sinsajo
FÁBULA
Había una vez una gata muy vanidosa que quería ser la más bella entre todos los animales para impresionar al gato que le gustaba, porque se consideraba a sí misma la más fea. Se le ocurrió una idea para llamar la atención del gato: pedir a los animales que le dejaran la parte de su cuerpo más hermosa para poder así tener una belleza perfecta. El mono, al escucharla, le dijo que la belleza de cada uno dependía de los ojos de quien mirara, pero la gata no le hizo caso y continuó con su plan.
Así pues, con todas las partes de los diferentes animales que le habían prestado puestas, fue a impresionar al gato que le gustaba. Este, al verla, salió corriendo del susto porque era la cosa más desagradable que había visto en su vida. La gata comprendió lo que el mono le había dicho y que era más bonita tal y como era que con un montón de cosas encima.
MORALEJA: Uno debe quererse tal y como es; hay que amarse a uno mismo antes de amar a los demás.
Yvette Roman 4º B
Enseñanza
Adiestróme el mal ciego, por tal que sacase algunas blancas para comer, en el arte de la oración, o más bien en el de ganar dinero, porque orar de verdad a Dios, solo Jesús lo hacía.
Estando yo en la iglesia esperando clientes acercóse el astuto a coger lo que orando gané, más yo, viéndole la intención, amagué una parte. El ciego no paresció darse cuenta y se fue satisfecho. Más ¡ay de mí!, que en mi avaricia no vi al ruin amo retornar en sus pasos para escucharme orar, y saber cuánto habría de darle.
En llegar a casa preguntóme de nuevo. Yo, ajeno a sus conocimientos, le di un pequeña parte de lo ganado, alegando muchos avaros en la iglesia. Él, sabiendo de mi engaño, me asió fuerte de los pies, levantóme al aire y me sacudió, por tal de sacar todas las monedas escondidas en los pliegues de mi blusón, cayéndome el gorro en el que algo más había.
Amaro Muñoz García 4ºB
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